Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor
1. Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. Ésta es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. Y hoy deseo ir más allá de las palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en ellas.
2. Padre, lo que Tú me has dado no puede hacerme daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. Que mi confianza en Ti no flaquee hoy. Que acepte como Tu regalo únicamente aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad únicamente aquello que me hace feliz.
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Reflexión: La clave en el título de la lección hoy es que te recuerda que tienes el poder de decidir. Eso no significa que puedas elegir lo que va a pasar en tu vida. Aunque aparente ser lo contrario, no dispones de una voluntad propia separada de la vida misma para decidir que ocurran las cosas que tú quieras. Eso sí, puedes decidir plenamente como tomarlas, lo cual tiene que ver con lo que piensas acerca de ellas y los sentimientos que te generan.
Todo lo que sucede y cómo sucede (la forma que adopta la vida a tu alrededor) es totalmente insustancial porque es el sueño de la mente mayor dormida, de la que sí, es verdad, tu eres parte. Tú eres el soñador soñándose a sí mismo restringido a tu personaje quien se siente enclaustrado en un cuerpo el cual es tu punto de vista y tu medio de interacción. El dolor y el placer en él dan fe de su existencia.
El dolor exige atención, quitándosela así al Espíritu Santo y centrándola en sí mismo. Su propósito es el mismo que el del placer, pues ambos son medios de otorgar realidad al cuerpo. Lo que comparte un mismo propósito es lo mismo. Esto es lo que estipula la ley que rige todo propósito, el cual une dentro de sí a todos aquellos que lo comparten. El placer y el dolor son igualmente ilusorios, ya que su propósito es inalcanzable. Por lo tanto, son medios que no llevan a ninguna parte, pues su objetivo no tiene sentido. Y comparten la falta de sentido de que adolece su propósito.
Desde la ubicación que crees ocupar en el cuerpo proyectas deseos y luego realizas interpretaciones en base a tus creencias, con lo que haces que las cosas que parecen sucederte cobren realidad y te duelan o te causen alegría, sin darte cuenta que es así que tú decides sentirlo. Mientras permaneces dormido sigues inconscientemente este juego de ilusión de la mente mayor, renegando de tu poder el cual has olvidado, y privándote tú mismo de la libertad y la dicha que te puede ofrecer la verdad.
Toda ilusión alberga dolor y sufrimiento entre los tenebrosos pliegues de las pesadas vestiduras tras las que oculta su inexistencia. Sin embargo, esas sombrías y pesadas vestiduras son las que cubren a aquellos que van en pos de ilusiones, y las que los mantienen ocultos del júbilo de la verdad.
Pero tratar de ser especial siempre te ocasionará dolor. Pues es una meta que se opone a la salvación, y, por lo tanto, va en contra de la Voluntad de Dios.
Lo que es fundamental es que puedas advertir que puedes elegir a qué parte de la mente quieres seguir, si a la mente dormida tejedora de sueños (ego), o a la mente recta (E.S.). Sólo esta última te puede liberar de la esclavitud de los conflictos que el mundo te trae y de la muerte.
La lección de hoy te dice que hagas uso de tu poder de elección observando los pensamientos que en tu mente errónea te causan dolor para descartarlos como lo que son, ilusiones; lo anterior ubicándote en tu mente recta, que es lo que es verdad en ti pues lo compartes con Dios.
El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.
Todo lo que sucede y cómo sucede (la forma que adopta la vida a tu alrededor) es totalmente insustancial porque es el sueño de la mente mayor dormida, de la que sí, es verdad, tu eres parte. Tú eres el soñador soñándose a sí mismo restringido a tu personaje quien se siente enclaustrado en un cuerpo el cual es tu punto de vista y tu medio de interacción. El dolor y el placer en él dan fe de su existencia.
El dolor exige atención, quitándosela así al Espíritu Santo y centrándola en sí mismo. Su propósito es el mismo que el del placer, pues ambos son medios de otorgar realidad al cuerpo. Lo que comparte un mismo propósito es lo mismo. Esto es lo que estipula la ley que rige todo propósito, el cual une dentro de sí a todos aquellos que lo comparten. El placer y el dolor son igualmente ilusorios, ya que su propósito es inalcanzable. Por lo tanto, son medios que no llevan a ninguna parte, pues su objetivo no tiene sentido. Y comparten la falta de sentido de que adolece su propósito.
(T-27.VI.1.3:9)
Toda ilusión alberga dolor y sufrimiento entre los tenebrosos pliegues de las pesadas vestiduras tras las que oculta su inexistencia. Sin embargo, esas sombrías y pesadas vestiduras son las que cubren a aquellos que van en pos de ilusiones, y las que los mantienen ocultos del júbilo de la verdad.
(T-22.II.1.5:6)
Darte cuenta de que puedes elegir lo que sientes es un gran avance en tu desarrollo personal porque habrás adquirido poder sobre tus sentimientos, pudiéndote comportar con cierto dominio de ti mismo donde otros son víctimas de sus emociones. Pero a pesar de que adquieras esa habilidad y de que por ello te sientas especial, si no despiertas seguirás atrapado en el sueño y siendo víctima de la vida, pues ésta se abalanzará finalmente sobre ti con su último zarpazo. Pero tratar de ser especial siempre te ocasionará dolor. Pues es una meta que se opone a la salvación, y, por lo tanto, va en contra de la Voluntad de Dios.
(T-24.II.2.7:8)
Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. Esta confusión es la causa del concepto de sacrificio. Obedece al Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. Pero no estarás sacrificando nada. Al contrario, estarás ganándolo todo. Si creyeses esto, no tendrías conflictos.
(T-7.X.3)
El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. No importa quién desempeñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. Pues no reaccionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.
(T-27.VIII.10)
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