jueves, 20 de diciembre de 2018

Lección 289 de Un Curso de Milagros

El pasado ya pasó. No me puede afectar

1. A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo real. Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no esta ahí. ¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. No tiene pasado. Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, el cual al ser perdonado desaparece?

2. Padre, no me dejes contemplar un pasado que no existe. Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. He aquí el final de la culpabilidad. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tu dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su dolor?

* * * 
Reflexión: ¿Por qué la lección de hoy te invita a que dejes atrás el pasado e insiste en que no te puede afectar?. Porque al menos que trasciendas el pasado (no borrarlo, sino trascenderlo) no podrás contemplar el mundo real, siendo éste el vestíbulo del Cielo; pero también porque el pasado no existe. Para llegar al Cielo tienes que pasar antes por el mundo real. Pero, ¿qué es el mundo real?. 

Existe una zona fronteriza en el pensamiento que se encuentra entre este mundo y el Cielo. No es un lugar, y cuando llegas a ella, te das cuenta de que está fuera de los confines del tiempo. Ahí es adonde se llevan todos los pensamientos, donde se reconcilian los valores conflictivos y donde todas las ilusiones se depositan ante la verdad y se juzgan como falsas. Esta zona fronteriza está justo más allá de las puertas del Cielo. Ahí todo pensamiento se vuelve puro y totalmente simple. Ahí se niega el pecado y en su lugar se recibe todo lo que simplemente es. 
Éste es el final de la jornada. Nos hemos referido a ese lugar como el mundo real. 
(T-26.III.2/3.1:2)

Como el Cielo y el mundo irreal, el mundo real es un estado mental de consciencia. En el mundo irreal se ve el pasado (leer explicación de la lección 288). Es el mundo que ve la inmensa mayoría de la gente en el que proyectan creencias y deseos basados en el dolor, el sufrimiento, la separación, la escasez, el ataque y el miedo. Se percibe exclusivamente con los ojos. 

El mundo real es el mundo que percibes cuando has dejado ir tus deseos, tus creencias y tus juicios acerca de él, y también sobre ti mismo aceptándote tal como eres. 

Cuando te percibas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. 
(T-11.VIII.15.4)

Cuando llegas al punto de percibir el mundo real, aún sigues viendo ídolos e ilusiones con tus ojos, pero ya no te dejas confundir por ellos. El mundo real está anclado al presente porque se percibe con la visión de Cristo, la consciencia u observador que es tu Ser. Por eso no te vale esforzarte para verlo con los ojos porque es más una comprensión, una consciencia, una experiencia. Conforme más vas aceptando al Cristo dentro de ti, más real se hace ese mundo.

Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas. Y cuando mires dentro de ti me verás, y juntos contemplaremos el mundo real. A través de los ojos de Cristo, Sólo el mundo real existe y es lo único que se puede ver. Tu decisión determinará lo que veas. Y lo que veas dará testimonio de tu decisión.
(T-12.VII.11.5:9) 

El mundo real es el mundo que contemplas desde tu santidad.

De mi santidad procede la percepción del mundo real.
                                                                                                     (L-58.1.2)

Es tu santidad la que te concede la consciencia (visión de Cristo) que te permite ir más allá de lo que te ofrecen los sentidos, guiados solamente por las apariencias, para perdonar. Al ir perdonando irás escapando de la culpabilidad poco a poco. Tu motivación pasa entonces de estar en la forma y en el aspecto que tienen las cosas, las opiniones, los gustos y los juicios, a ir más allá de ellos para aceptar la verdad subyacente igual para todo e invisible a los sentidos físicos. 

El mundo real es el estado mental en el que el único propósito del mundo es perdonar. El miedo ha dejado de ser el objetivo, pues escapar de la culpabilidad se ha convertido ahora en la meta. Se reconoce el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de perseguirse porque ya no se les atribuye ningún valor a sus "regalos". No se establecen reglas fútiles, ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. Por el contrario, hay un deseo de querer comprender todas las cosas creadas tal como realmente son. Y se reconoce que todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas.
(T-30.V.1)

El mundo real se alcanza simplemente mediante el completo perdón del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar.
(T-17.II.5.1)

Pues el perdón transforma literalmente la visión, y te permite ver el mundo real alzarse por encima del caos y envolverlo dulce y calladamente, eliminando todas las ilusiones que habían tergiversado tu percepción y que la mantenían anclada en el pasado.
(T-17.II.6.2)

El mundo real sigue siendo el sueño del mundo pero es un sueño feliz:

El mundo real es también un sueño. Excepto que en él los personajes han cambiado y no se ven como ídolos traicioneros. El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el substituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. No se usa a nadie para lo que no es, pues las cosas infantiles hace mucho que se dejaron atrás. Y lo que una vez fue un sueño de juicios se ha convertido ahora en un sueño donde todo es dicha porque ése es su propósito. Ahí sólo pueden tener lugar sueños de perdón, pues el tiempo está a punto de finalizar. Y las figuras que entran a formar parte del sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se juzga sino que se les ama.
(T-29.IX.7)

Un vez consolides el mundo real, lo que aparenta llevar un tiempo, llegará el Cielo...

La percepción del mundo real será tan fugaz que apenas tendrás tiempo de dar gracias a Dios por él. Pues una vez que hayas alcanzado el mundo real y estés listo para recibir a Dios, Él dará de inmediato el último paso.
(T-17.II.4.4:5)

En la frase anterior, cuando dice "la percepción será tan fugaz que apenas tendrás tiempo de dar gracias" es en sentido metafórico (UCdM usa mucho este recurso. No hay que dejarse confundir, y mucho menos atemorizar) pues está referido al poco tiempo que te llevará el proceso de perdón comparado con los eones de tiempo que has vivido soñando multitud de vidas.
* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Regresar a Dios

  "Imagen satelital del río Amazonas fundiéndose con el Océano Atlántico.  Fuente: Agencia Espacial Europea (ESA), dominio público. La ...