Cuando uno está comprometido con "el camino espiritual", bien porque sigue una religión, algún movimiento específico New-Age de mejoramiento personal, o en mi caso, Un Curso de Milagros (UCdM), es muy corriente caer en la tentación de luchar contra uno mismo al sentirse culpable por cómo uno es, por lo que uno hace y dice a veces. La forma de pensar del ego es que uno está desarrollándose, aspirando a ser mejor de lo que es (en el caso de UCdM, de cambiar de mentalidad deshaciendo el ego para identificarse plenamente con el Ser y la mente recta), por lo que tu ego te hace creer que debes ser un buen ejemplo para los demás, y/o que ya no debes permitirte cometer ciertos errores. De este modo ahora ya no está bien enfadarse, deprimirse, dudar, equivocarse, desobedecer, decir palabrotas, beber alcohol, practicar sexo, comer ciertos alimentos y todo un batiburrillo de creencias absurdas que nos enseñaron de críos asociadas al pecado o al mal comportamiento ("Si haces o dices tal cosa Dios te castigará", o "eso no es comportamiento propio de una señorita", etc).
La tentación y carga de culpabilidad puede verse incrementada si tienes personas a tu alrededor que, la verdad, te quieren poco, y que conscientes del camino que estás intentando, te vigilan atentamente a la espera de que cometas cualquier error para caerte encima con todo el juicio de la Santa Inquisición. Así que no es de extrañar que, cuando menos te los esperes, te echen en cara que "lo que haces no sirve para nada y que tú no vales para eso ni eres mejor que ellos". En ésto último tienen toda la razón porque todos somos uno. No tengo que decir que tu desafío es no hacerles caso y que trates de guiarte prioritáriamente por tu yo interno, aunque si agotan tu paciencia y te es imposible no explotar, no te lamentes ni te sientas mal por ello. Uno es humano y no perfecto. Considera más bien que te sirven de maestros y que son los instrumentos que el destino ha puesto en tu vida para que aprendas a tener más paciencia, a perdonar a los demás y a ti mismo.
Ten en cuenta que uno arrastra muchos condicionamientos y creencias y que esos programas no se borran de la noche a la mañana. Cambiar tu forma de ser es un proceso lento que puede llevar años. Creer lo contrario es como enfermar de una gripe y exigir curarte al día siguiente sin que te quede ninguna secuela. Todo el mundo sabe que cuando coges un catarro fuerte vas a sufrir sus efectos, aún después de curarte de la fiebre, por 3 o 4 semanas, como poco. Pues ésto es igual pero más largo.
Lo que es más importante es observar tu propio comportamiento y permitirte ser como eres, en tu forma espontánea, sin censurarte ni sentirte culpable por ello. Es esta auto-observación, aplicada de manera perseverante, la que permitirá la corrección poco a poco de las reacciones a las que nos tienen acostumbrados los hábitos fuertemente arraigados, sin que tengamos que actuar directamente contra dichos hábitos.
Por último quiero aclarar que uno no es maestro de nadie. Maestro sólo hay uno y Ese es el único a Quien debes entregarte de manera interna. Tú (ni yo) estamos aquí para enseñar. Tu responsabilidad y compromiso es solamente contigo mismo pues tu camino de aprendizaje es altamente individualizado y no puedes hacer el trabajo que le corresponde a los demás. Y si crees que puedes enseñar y/o ayudar a otros te equivocas. Si no sé lo que me conviene a mi mismo ¿cómo voy a saber lo que le conviene al otro?. Tu papel en el camino de la enseñanza para con tu hermano se reduce a compartir lo que sabes con él y aprender a perdonarlo.
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