lunes, 1 de octubre de 2018

Lección 242 de Un Curso de Milagros

Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago

1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios.
2. Y así, ponemos este día en Tus Manos. Venimos con mentes completamente receptivas. No pedimos nada que creamos desear. Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. Tú conoces nuestros deseos y necesidades. Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti.

* * * 
Reflexión: No sabes lo que te conviene en ninguna situación. ¿Puedes entregar entonces todos tus asuntos al E.S. Quien los conoce y sabe qué es mejor para ti, qué debes decir, a dónde dirigirte y qué hacer con ellos? Posiblemente quieras preguntar cómo se deja uno guiar por Él pues no puedes escuchar Su Voz. Como dice el párrafo segundo del ejercicio, sin tener deseos ni juicios predefinidos acerca de las cosas, hay que tener una mente completamente receptiva y confiar en lo que surja. Tener una mente receptiva es hacer uso del instante santo para situarte en tu mente recta, pues es dejando la mente errónea atrás (lo que tu llamas tu entendimiento) y con ella tu estado de sueño, que puedes conectar con Él.

(...) Entrégate a Aquel Cuya función es la liberación. No usurpes Su función. Dale sólo lo que Él te pide, para que puedas aprender cuán ínfimo es tu papel, y cuán grande el Suyo.
Esto es lo que hace que el instante santo sea algo tan fácil y natural. Tú haces que sea difícil porque insistes en que debe haber algo más que tú tienes que hacer. Te resulta difícil aceptar la idea de que sólo necesitas dar un poco para recibir mucho. Y te resulta muy difícil entender que no es un insulto personal el que haya tal desproporción entre tu aportación y la del Espíritu Santo. Todavía estás convencido de que tu entendimiento constituye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es. Mas hemos subrayado que no tienes que comprender nada. La salvación es fácil de alcanzar precisamente porque no te pide nada que no puedas dar ahora mismo.
(T-18.IV.6:7)

El E.S. no interviene en el mundo para cambiar ninguna circunstancia porque la reconoce como ilusión y Él no se mezcla con ella, pero se vale de ella para enseñarte lo que es verdad. El E.S. no solucionará ninguno de los problemas que crees tener (falta de trabajo o de dinero, una enfermedad, disputas o falta de pareja, etc.), así que es posible que te desilusiones si estabas esperando que una intervención divina te sacase de algún apuro. Él no responde a expectativas. Esperar que el E.S. resuelva tus problemas aquí es tratar de hacer realidad las ilusiones, lo que no es posible. Él sabe que depositar tu fe en ilusiones terminará quitándote la paz que anhelas, pero sí te ayudará a que aprendas a identificarlas como falsas y a que las perdones, llevando esas ilusiones ante la verdad, y recordándote que tú eres espíritu compartiendo su voluntad con la de Dios.

Permítele, por lo tanto, ser el único Guía que sigues hacia la salvación. Él conoce el camino y te conduce gustosamente por él. Con Él no podrás sino aprender que lo que Dios desea para ti es tu voluntad. Sin Su dirección pensarás que puedes saber por tu cuenta lo que debes hacer, y decidirás contra tu paz tan irremediablemente como decidiste que la salvación residía solamente en ti. La salvación está en manos de Aquel a Quien Dios se la confió para ti. Él no se ha olvidado de ello. No te olvides de Él y Él tomará todas tus decisiones por ti, las cuales serán en favor de tu salvación y de la paz de Dios en ti.
(T-14.III.14)

La respuesta del E.S. en cualquier situación entonces será lo que te sientas inclinado a decir y/o hacer que te aporte paz. La comunicación con Él viene desde la mente recta, entonces confías en que lo que te sientas inclinado a hacer o decir desde tu paz interna proviene del E.S. No esperes escuchar palabras, pues más bien serán ideas que te vengan de golpe y te sientas inclinado a hacer, o leerás o escucharás algo que te inspirará para actuar. Pero si dudas aún estás en el ego; si no estás seguro sigues en el ego; si lo que haces o dices no te aporta paz, te estás dejando llevar por el ego. 

Siempre que tengas dudas acerca de lo que debes hacer, piensa en Su Presencia y repite para tus adentros esto, y sólo esto: Él Me guía y conoce el camino que yo no conozco. Mas nunca me privará de lo que quiere que yo aprenda. Por eso confío en que me comunicará todo lo que sabe por mí. Déjale entonces que te enseñe quedamente cómo percibir tu inocencia, la cual está ya ahí.
(T-14.III.19)

Elegir la paz de antemano, cuando te despiertas por la mañana, es ponerte bajo Su guía, así que sólo te tienes de preocupar de estar en paz más que de escuchar Su Voz. No tienes que esperar a que Él te diga a cada momento todo lo que tienes que hacer ni decir. Más bien, lo que haces es que te programas bien temprano para la paz diciéndote a ti mismo que quieres pasar un día de paz profunda y que quieres dejarte guiar por Él, y eso te sitúa ya en un estado de alerta y predisposición para que así suceda. Entonces empiezas a hacer todo desde tu paz interna y eso mismo produce más paz. 

Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente sí decides no tomar ninguna decisión por tu cuenta. Esto de por sí parece ser una decisión. Sin embargo, tú no puedes tomar decisiones por tu cuenta. La única cuestión es entonces con quién eliges tomarlas. Eso es todo. La primera regla, pues, no es una coacción, sino la simple afirmación de un simple hecho. No tomas decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. Pues o bien se toman con ídolos o bien con Dios. Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer.
(T-30.I.14)

Tomar decisiones por tu cuenta sobre cómo han de resolverse o darse las cosas en tu jornada es tomar decisiones desde el ego o personalidad, evaluando pros y contras, analizando sin tener en cuenta tu paz interior, sino solamente el juicio acerca de lo que parece conveniente para ti como persona. Lo haces desde tu mente racional, con sus limitaciones y creencias, por lo que muchas veces tus palabras y acciones te conducen a consecuencias que no siempre prevés y que luego se repiten.

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