viernes, 20 de julio de 2018

Lección 37 de Un Curso de Milagros

Mi santidad bendice al mundo 

1. Esta idea contiene los primeros destellos de tu verdadera función en el mundo, o en otras palabras, la razón por la que estás aquí. 2Tu propósito es ver el mundo a través de tu propia santidad. 3De este modo, tú y el mundo sois bendecidos juntos. 4Nadie pierde; a nadie se le despoja de nada; todo el mundo se beneficia a través de tu santa visión. 5Tu santa visión significa el fin del sacrificio porque les ofrece a todos su justo merecido. 6Y él tiene derecho a todo, ya que ése es su sagrado derecho como Hijo de Dios. 
2. No hay ninguna otra manera de poder eliminar la idea de sacrificio del pensamiento del mundo. 2Cualquier otra manera de ver inevitablemente exige el que algo o alguien pague. 3Como resultado de ello, el que percibe sale perdiendo. 4Y no tiene ni idea de por qué está perdiendo. 5Su plenitud, sin embargo, le es restaurada a su conciencia a través de tu visión. 6Tu santidad le bendice al no exigir nada de él. 7Los que se consideran a sí mismos completos no exigen nada. 
3. Tu santidad es la salvación del mundo. 2Te permite enseñarle al mundo que es uno contigo, sin predicarle ni decirle nada, sino simplemente mediante tu sereno reconocimiento de que en tu santidad todas las cosas son bendecidas junto contigo. 
4. Hoy debes dar comienzo a las cuatro sesiones de práctica más largas -las cuales han de tener una duración de tres a cinco minutos cada una- repitiendo la idea de hoy, a lo cual ha de seguir un minuto más o menos en el que debes mirar a tu alrededor a medida que aplicas la idea a cualquier cosa que veas: 
2Mi santidad bendice esta silla. 
3Mi santidad bendice esa ventana. 
4Mi santidad bendice este cuerpo. 

5Luego cierra los ojos y aplica la idea a cualquier persona que te venga a la mente, usando su nombre y diciendo: 6Mi santidad te bendice, [nombre]. 5. Puedes continuar la sesión de práctica con los ojos cerrados, o bien abrirlos de nuevo y aplicar la idea a tu mundo exterior si así lo deseas; puedes alternar entre aplicar la idea a cualquier cosa que veas a tu alrededor o a aquellas personas que aparezcan en tus pensamientos, o bien puedes usar cualquier combinación que prefieras de estas dos clases de aplicación. 2La sesión de práctica debe concluir con una repetición de la idea con los ojos cerrados, seguida inmediatamente por otra repetición con los ojos abiertos. 
6. Los ejercicios más cortos consisten en repetir la idea tan a menudo como puedas. 2Resulta particularmente útil aplicarla en silencio a todas las personas con las que te encuentres, usando su nombre al hacerlo. 3Es esencial que uses la idea si alguien parece causar una reacción adversa en ti. 4Ofrécele la bendición de tu santidad de inmediato, para que así puedas aprender a conservarla en tu conciencia.

* * * 
Reflexión: ¿Nunca te has preguntando por qué estás en el mundo, para qué viniste aquí? Habrás escuchado todo tipo de respuestas. Tu libertad de elección te ha permitido escoger la que quieras, por eso hay tanta confusión, porque cada un@, desde esa libertad y el interés que le mueve, ve lo que quiere ver y escucha también lo que le interesa escuchar en función de las fantasías y expectativas que se ha creado (1ª Ley del cáos. Ver si quieres el Apto. II Las leyes del caso, Cap. 23 La guerra contra ti mismo, en el libro de texto). Pero hoy dejamos de lado todas esas creencias subjetivas para "agarrar el toro por los cuernos". 

Estamos tratando de escapar de las ilusiones y esa es tu función aquí. Imagina que has entrado a ver una película en el cine. Tu función es verla, disfrutarla una vez que estás dentro, pero luego tienes que acordarte de salir del cine. Pues la vida es igual. Has entrado aquí y ahora tienes que salir, pero tienes que acordarte de hacerlo. Si no caes en ello estarás atrapad@ en sesión continua, en la rueda kármica de la vida y la muerte una y otra vez.

Ver el mundo a través de tu propia santidad es el equivalente a decir que observas la pantalla de cine sabiendo que lo que ves es una simple proyección, y entonces no la crees real, porque si la creyeras quedarías atrapado. ¿Y qué ocurre cuando sabes que lo que ves es una simple proyección de tus deseos? No perjudicas a nadie con ese conocimiento, al revés. Quienes tu llamas "los otros" son beneficiados con tu perspectiva porque en realidad no hay esos a quienes tu llamas "los otros". Eres tu mismo tomando otra forma y otro punto de vista. Así que no importa si son "los otros" o "las otras". Ahora está muy de moda la reivindación de lo femenino. No es más que una distracción más para mantenerte atento a la pantalla porque en el fondo todos somos espíritu, iguales (¿o igualas? jaja). Tu despertar en consciencia los despierta a todos, por igual, aunque no pueda parecerlo. 

Imagina de nuevo que estás en el cine viendo la película y te das cuenta que es una proyección. Inmediatamente te desidentificas con el personaje que te ha tocado seguir. Sentado al lado tuyo, a tu alrededor, hay otras personas. Entonces dices un comentario en voz baja, susurrando, porque en el cine no se puede gritar: "¡Pero si esto es una simple película, yo no soy ese!". Los que están al lado tuyo te oyen y los sacas de su hipnotismo. Este es el punto que pone inicio al fin del sacrificio porque sucede que la película resulta ser un auténtico dramón, una tragedia impresionante, en el que todo el mundo se estremece en su butaca. 

Decía que los que están próximos a ti se percatan. Poco a poco la noticia se va extendiendo por la sala de cine. Todos estaban atrapados en el melodrama, pero gracias a uno sólo que se dio cuenta de la película, los demás van despertando lentamente. Pero la película no se interrumpe hasta que llega a su final, sigue su proyección mientras haya un solo espectador (porque los hay que se resisten y siguen super-enganchados, por el morbo, el ego es así), pero tú puedes levantarte en cualquier momento y abandonar la sala. Para ti la película ha terminado pero para otros sigue proyectándose. O puedes elegir quedarte hasta el final sin sufrimiento para disfrutarla, pues ya no exiges que la película tenga un final determinado; te da absolutamente igual como acabe porque ya no estás identificado con lo que ocurre en la pantalla. Eso es lo que significa que "Los que se consideran a sí mismos completos no exigen nada". Tu santidad (tu condición de ser iluminado) es la salvación del mundo porque has salvado a los otros espectadores atrapados junto contigo de un sufrimiento innecesario porque has demostrado que todo era una fantasía sin consecuencias reales.

Nota: El ejemplo del cine es sólo eso, un ejemplo. No lo interpretes literalmente. No existe un "tú" y un "los otros" aunque lo parezca. El mecanismo real es mucho más complejo y simple a la vez, y difícil de entender desde el nivel sueño, pero el ejemplo está puesto para que lo entiendas. Desde dentro del sueño no se puede comprender lo que es real y desde la realidad no se puede comprender lo que es sueño, si no, ambos se fundirían, y uno de ellos tendría que desaparecer.

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