La santidad eterna mora en mi
1. Mi santidad está mucho más allá de mi propia capacidad de comprender o saber lo que es. No obstante, Dios, mi Padre, Quien la creó, reconoce que mi santidad es la Suya. Nuestra Voluntad conjunta comprende lo que es. Y nuestra Voluntad conjunta sabe que así es.
2. Padre, mi santidad no procede de mí. No es mía para dejar que el pecado la destruya. No es mía para dejar que sea el blanco del ataque. Las ilusiones pueden ocultarla, pero no pueden extinguir su fulgor ni atenuar su luz. Se yergue por siempre perfecta e intacta. En ella todas las cosas sanan, pues siguen siendo tal como Tú las creaste. Y puedo conocer mi santidad, pues fui creado por la Santidad Misma, y puedo conocer mi Fuente porque Tu Voluntad es que se Te conozca.
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Reflexión: Tú no te has hecho a ti mismo. Sin embargo, el ego cree que él se hace a sí mismo, y que para eso hay que saber y hacer, cuanto más mejor. El ego cree saber quien es y lo que le conviene. Ama su individualidad y colgarse definiciones que le resaltan y diferencian del resto de egos. La voluntad del ego es aparte de la de todos los demás, a la que se une sólo por interés. Para el ego, la santidad y Dios son cosas lejanas que reverenciar, si es que cree en "esas cosas".
La lección de hoy destaca que, por encima de la apariencia de ser un ego, tu verdadera identidad es la de la santidad. Mientras el ego es algo anecdótico y finito, la santidad es eterna en ti. La santidad va más allá de la comprensión por escapar a razones pues simplemente es. Se la puede conocer experimentándola como lo que es igual a Dios en ti, ésto es, cuando la Voluntad es conjunta al equipararte al Cristo. Ésto puede derivar en irreverencia y sacrilegio para el ego, o en incredulidad, pero sólo puedes abrirte a esa posibilidad cuando empiezas a desprenderte de todo tipo de juicio al respecto; pues la santidad no es algo que se pueda entender con definiciones, comparaciones, etiquetas, calificativos, números, formas ni porcentajes de los que tanto gusta usar al ego. Hoy se te anima a buscarla en silencio y con la total certeza de que las vas a encontrar adentro ("Y puedo conocer mi santidad...").
La lección de hoy destaca que, por encima de la apariencia de ser un ego, tu verdadera identidad es la de la santidad. Mientras el ego es algo anecdótico y finito, la santidad es eterna en ti. La santidad va más allá de la comprensión por escapar a razones pues simplemente es. Se la puede conocer experimentándola como lo que es igual a Dios en ti, ésto es, cuando la Voluntad es conjunta al equipararte al Cristo. Ésto puede derivar en irreverencia y sacrilegio para el ego, o en incredulidad, pero sólo puedes abrirte a esa posibilidad cuando empiezas a desprenderte de todo tipo de juicio al respecto; pues la santidad no es algo que se pueda entender con definiciones, comparaciones, etiquetas, calificativos, números, formas ni porcentajes de los que tanto gusta usar al ego. Hoy se te anima a buscarla en silencio y con la total certeza de que las vas a encontrar adentro ("Y puedo conocer mi santidad...").
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