Que mi mundo no nuble la visión de Cristo
1. Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi mundo se entrometa en ella. Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión. La percepción es un espejo, no un hecho. Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera. Quiero bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. Y veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados.
2. Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. Déjame perdonar y así recibir la salvación del mundo. Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.
* * *
Reflexión: Un texto del poeta español Ramón de Campoamor (1817-1901) reza lo siguiente:
«Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira»
... que viene a decir que es uno quien se permite ver las cosas según su estado de ánimo. Este poema está en consonancia con la frase que tanto he repetido a lo largo de las lecciones:
"Ves lo que quieres ver"
... sólo que no siempre asumimos la responsabilidad por ello.
Soy responsable de lo que veo.
Elijo los sentimientos que experimento y decido
el objetivo que quiero alcanzar.
Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido,
y se me concede tal como lo pedí.
(T-21.II.2.3:5)
Lo que ves, o lo ves con los ojos del ego o lo ves con la Visión de Cristo. Los ojos de ego parecen mirar de muchos maneras diferentes pero son todas la misma. Pueden hacerlo con interés, con avidez, con egoísmo, con envidia, con lujuria, con desprecio, con odio, con indiferencia, con asombro, con sorpresa, con curiosidad... etc; todas ellas llevando una intención de la que no siempre somos conscientes. La Visión de Cristo, sin embargo, ve siempre de la misma manera, con conocimiento e inocencia, sin intenciones ocultas, lo que hace que la luz en ella sea divina.
Pero al ego, a las distintas religiones, a la sociedad... no les interesa tu divinidad. Cuando ves con la visión espiritual todos ellos pierden control sobre ti y entonces te vuelves incómodo. Por eso se te desanima continuamente diciéndote que es arrogancia creer que puedas ser como el Cristo pues tú eres humano, mortal y limitado. Todos estos son argumentos para mantenerte sumiso y controlado. Sin embargo pueden animarte a que aspires a la grandiosidad la cual consiste en conseguir más de todo en general, pues saben que así luego podrán extraer para sí mismos de lo que tú consigas con esfuerzo y sufrimiento. El mundo se mueve en la grandiosidad y la arrogancia, pero lo que es arrogante de verdad es ignorar lo divino. Ésto es lo que nos dice Jesús en UCdM al respecto:
¿Cómo puede ser que tu grandeza sea arrogancia cuando Dios Mismo da testimonio de ella? ¿Y puede lo que no tiene testigos ser real? ¿Qué beneficio se podría derivar de ello? Si no se puede derivar ninguno, el Espíritu Santo no puede usarlo. Lo que Él no puede transformar en la Voluntad de Dios no existe en absoluto. La grandiosidad es algo ilusorio porque su propósito es reemplazar a tu grandeza. Pero lo que Dios ha creado no puede ser reemplazado. Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella.
Tú eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. Nadie más puede ocupar tu lugar en ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto aguardará simplemente tu regreso. Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. No puedes reemplazar al Reino, ni puedes reemplazarte a ti mismo. Dios, que conoce tu valía, no lo permitiría, y, por lo tanto, no puede suceder. Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.
(T-9.VIII.9:10)
No es necesario ni recomendable que te tapes los ojos ni los oídos para no ver ni escuchar lo que hay en el mundo. Tu responsabilidad reside en tu poder para escoger lo que ves y oyes, juzgándolo o perdonándolo, pero hoy se te pide que lo perdones. Para ello tienes que ser consciente de quien eres en realidad, y decidir ver el mundo con los ojos inocentes de Cristo que ti.
Pero al ego, a las distintas religiones, a la sociedad... no les interesa tu divinidad. Cuando ves con la visión espiritual todos ellos pierden control sobre ti y entonces te vuelves incómodo. Por eso se te desanima continuamente diciéndote que es arrogancia creer que puedas ser como el Cristo pues tú eres humano, mortal y limitado. Todos estos son argumentos para mantenerte sumiso y controlado. Sin embargo pueden animarte a que aspires a la grandiosidad la cual consiste en conseguir más de todo en general, pues saben que así luego podrán extraer para sí mismos de lo que tú consigas con esfuerzo y sufrimiento. El mundo se mueve en la grandiosidad y la arrogancia, pero lo que es arrogante de verdad es ignorar lo divino. Ésto es lo que nos dice Jesús en UCdM al respecto:
¿Cómo puede ser que tu grandeza sea arrogancia cuando Dios Mismo da testimonio de ella? ¿Y puede lo que no tiene testigos ser real? ¿Qué beneficio se podría derivar de ello? Si no se puede derivar ninguno, el Espíritu Santo no puede usarlo. Lo que Él no puede transformar en la Voluntad de Dios no existe en absoluto. La grandiosidad es algo ilusorio porque su propósito es reemplazar a tu grandeza. Pero lo que Dios ha creado no puede ser reemplazado. Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella.
Tú eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. Nadie más puede ocupar tu lugar en ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto aguardará simplemente tu regreso. Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. No puedes reemplazar al Reino, ni puedes reemplazarte a ti mismo. Dios, que conoce tu valía, no lo permitiría, y, por lo tanto, no puede suceder. Tu valía se encuentra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogancia porque es la negación de la arrogancia. Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.
(T-9.VIII.9:10)
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