sábado, 19 de enero de 2019

Lección 300 de Un Curso de Milagros

Este mundo dura tan sólo un instante

1. Este pensamiento se puede utilizar para expresar que la muerte y el pesar es lo que le espera a todo aquel que viene aquí, pues sus alegrías desaparecen antes de que las pueda disfrutar o incluso tener a su alcance. Mas es también la idea que no permite que ninguna percepción falsa nos mantenga en su yugo, ni represente más que una nube pasajera en un firmamento eternamente despejado. Y es esta calma, clara, obvia y segura, lo que buscamos hoy.
2. Hoy vamos en busca de Tu mundo santo. Pues nosotros, Tus amorosos Hijos, perdimos el rumbo por un momento. Mas al haber escuchado Tu Voz hemos aprendido exactamente lo que tenemos que hacer para que se nos restituya el Cielo y nuestra verdadera Identidad. Y damos gracias hoy de que el mundo dure tan sólo un instante. Queremos ir más allá de ese ínfimo instante y llegar a la eternidad.

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Reflexión: Como dice el dicho: "nada es para siempre". La idea de hoy viene a expresar lo efímero de las experiencias en el mundo, tanto si son buenas como si son malas. Más, dice la lección, que es precisamente eso lo que ayuda a romper el yugo de la ilusión.  El cambio trae sufrimiento, si pierdes lo bueno porque lo pierdes, y si caes en lo malo porque ya es doloroso por sí mismo. 

No hay nada que altere más el ánimo que los cambios, y cuanto más rápidos se suceden, peor. Imagina una roca expuesta por el día a altas temperaturas y luego por la noche a las heladas. No tardará en destruirse y convertirse en polvo. Eso es lo que hacen las experiencias en el tiempo, amenazan convertirlo todo en polvo, sin esperanza. A lo mejor eres joven, te sientes plenamente identificado con tu personalidad dinámica y con tu cuerpo lleno de vitalidad, y entonces piensas al contrario, que quieres aventuras, emociones y cambios en tu vida. Pues sí, aprovecha el momento, pero espera a tener cierta edad o pregunta a gente mayor. Te dirán que con la edad uno se cansa y que busca la estabilidad.

Aferrarse al mundo y a sus cosas, las cuales solo duran un instante, es aferrarse a los vaivenes, a la inseguridad y al sufrimiento. La paz sólo se puede encontrar en lo que es eterno, y el único sitio donde podemos encontrarlo es dentro de nosotros, en nuestra santidad que es nuestra verdadera identidad, la cual nos abre las puertas del Cielo. 

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