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¿Cómo se practica el perdón?
El perdón es la elección alternativa a estar en conflicto juzgando continuamente a la pareja por situaciones en que te ves envuelto con ella, pues es la forma de estar en paz quitando peso a lo que sucede. Para llevarlo a la práctica tienes que estar consciente de que puedes elegir, pero no nos referimos a la elección entre diferentes ilusiones, sino a entre diferentes ilusiones por un lado y a la paz por otro.
En la elección entre la verdad y la ilusión no hay conflicto. Si se viesen desde este punto de vista, nadie tendría dudas acerca de cuál elegir. Mas el conflicto se manifiesta en el instante en que la elección parece ser entre ilusiones, si bien esta elección es intrascendente. Cuando una alternativa es tan peligrosa como la otra, la decisión tiene que ser una de desesperación.
(T.16.IV.5.6-9)
Elegir el perdón requiere que estés dispuesto a examinar tu relación en consciencia (acompañado por el Espíritu Santo), poniendo bajo luz todo lo que es ilusorio en ella para desentrañarlo. Para eso tienes que dirigir tu atención sobre aquello que te está molestando o doliendo tanto, darte cuenta de su razón de ser, pues quieres y buscas la verdad por encima de todo.
Lo único que necesitas para descorrer ese velo que tan negro y tupido parece, es valorar la verdad por encima de cualquier fantasía y no estar dispuesto en modo alguno a conformarte con ilusiones en lugar de la verdad.
(T.16.IV.10.4)
Al perdonar esas ilusiones entregándolas al E.S., Él ayuda a eliminarlas y a deshacer las falsas creencias del subconsciente que las originaron y que impedían ver la verdad detrás de ellas. Ahora la verdad va despuntando ella sola. Saber la verdad, aunque al principio duela, te irá conduciendo lentamente hacia la paz.
Pero la relación santa es siempre cosa de dos. No se puede construir solamente sobre el trabajo de uno de sus miembros. Los dos precisan tener el mismo propósito.
Siempre que dos hermanos se juntan con el propósito de aprender, el Maestro de Dios les habla. La relación es santa debido a ese propósito, y Dios ha prometido enviar Su Espíritu a toda relación santa.
Así que poner bajo luz tu relación no quiere decir que la relación tenga que funcionar y mucho menos durar toda la vida. Lo que pueda suceder o no, no depende enteramente de ti porque igual tu entras a analizar la relación pero tu contraparte no lo hace o se cansa de hacerlo (o viceversa). Y aunque tú la trates con Amor y la perdones, si la otra parte se instala en el ego, es seguro que terminará viendo tu comportamiento más que sospechoso, como una amenaza, ya que has dejado de tratarla de "la manera especial que ella se merece". Ante esta situación desbalanceada el desenlace puede ser cualquiera.
Por lo tanto, el plan dispone que cada maestro de Dios establezca contactos muy específicos. En la salvación no hay coincidencias. Los que tienen que conocerse se conocerán, ya que juntos tienen el potencial para desarrollar una relación santa. Están listos el uno para el otro.
(M-2.5.3:4)
Así que poner bajo luz tu relación no quiere decir que la relación tenga que funcionar y mucho menos durar toda la vida. Lo que pueda suceder o no, no depende enteramente de ti porque igual tu entras a analizar la relación pero tu contraparte no lo hace o se cansa de hacerlo (o viceversa). Y aunque tú la trates con Amor y la perdones, si la otra parte se instala en el ego, es seguro que terminará viendo tu comportamiento más que sospechoso, como una amenaza, ya que has dejado de tratarla de "la manera especial que ella se merece". Ante esta situación desbalanceada el desenlace puede ser cualquiera.
Por lo tanto, el plan dispone que cada maestro de Dios establezca contactos muy específicos. En la salvación no hay coincidencias. Los que tienen que conocerse se conocerán, ya que juntos tienen el potencial para desarrollar una relación santa. Están listos el uno para el otro.
(M-3.1.5:8)
Hay multitud de creencias y factores influyendo en una relación que a todos se nos escapan, por lo que uno nunca debe aferrarse a ningún resultado y confiar en que lo que la vida le traiga como efecto de su proceso de perdón, bien sea que la relación se salve o se rompa definitivamente, es lo correcto. ¿Cómo sabe uno lo que más le conviene? No puedes.
Relación especial vs. Relación Santa.
A continuación comparo algunos de los parámetros más comunes para ayudar a entender cómo se viven desde el punto de vista de los dos tipos de relaciones.
El tiempo
Relación especial vs. Relación Santa.
A continuación comparo algunos de los parámetros más comunes para ayudar a entender cómo se viven desde el punto de vista de los dos tipos de relaciones.
El tiempo
La relación especial está atada al tiempo pues al estar basada en ilusiones, funciona pegada al reloj, fundamentalmente al pasado por algo que sucedió, o al futuro deseando que llegue un momento determinado para cumplir ciertas expectativas, pasando por el presente de puntillas.
La relación especial reclama el tiempo del otro para sí a través de un compromiso que a veces puede ser para toda la vida, aunque sus miembros no dudarán en romperlo cuando no quieran seguir "perdiendo su tiempo" en una relación que ya no conviene a sus intereses. Pero sobre todo el pasado juega un papel fundamental pues se reclama para echarlo en cara, exigir y manipular ("Ya no me quieres como antes"), o como forma de venganza ("pienso devolverte lo que me hiciste"). Por otro lado, el futuro se convierte en la herramienta-trampa para mantener la ilusión del falso amor.
El tiempo es ciertamente severo con la relación no santa. Pues el tiempo es cruel en manos del ego, de la misma manera en que es benévolo cuando se usa en favor de la mansedumbre. La atracción de la relación no santa empieza a disminuir y a ponerse en duda casi de inmediato. Una vez que se ha establecido la relación, la duda surge inevitablemente, pues el propósito de la relación no se puede alcanzar.
(T-17.III.4.1:4)
La relación santa siempre es "ahora" porque se centra en el instante presente. Está libre de las cargas del pasado y de la responsabilidad que suponen las expectativas por el futuro. La relación santa no está atada a un compromiso formal porque las dos partes aceptan que la relación tiene que ser abierta a lo que suceda, y a que pueda terminar en cualquier momento porque la vida así lo quiera. Y si eso ocurre se acepta conforme y cada uno deja ir con libertad al otro.
El propósito
El propósito
La relación especial puede estar basada en cualquier tipo de propósito por el que está condicionada, el cual puede ser algún tipo de deseo o ilusión, pero también cualquier creencia religiosa, tradición familiar, cultural o social, que la mantiene alejada de lo que es la verdad. Otra manera de definir su propósito es el de "unión en la carencia". Son ejemplos de propósitos de la relación especial el casarse para tener hijos, crear un hogar y una familia, para no estar sol@, porque así lo manda el canon, para divertirme y pasarlo bien, etc.
El verdadero propósito de la relación especial -en estricta conformidad con los objetivos del ego- es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. Pues el ego en sí es una ilusión, y sólo las ilusiones pueden dar testimonio de su "realidad".
El verdadero propósito de la relación especial -en estricta conformidad con los objetivos del ego- es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. Pues el ego en sí es una ilusión, y sólo las ilusiones pueden dar testimonio de su "realidad".
(T-16.V.9.4:5)
El propósito de la relación santa es todo lo contrario al de la relación especial, pues existe el compromiso por la verdad. Esa verdad es la plenitud de cada miembro en el Ser la cual se comparte con la otra parte. Así que su propósito se puede resumir como el de "comunión en la plenitud".
Pero la relación santa, comparte el propósito de Dios, en lugar de tratar de inventar otro para que lo substituya. Cada relación especial que has entablado es un substituto de la Voluntad de Dios y glorifica tu voluntad en vez de la Suya debido a la ilusión de que son diferentes.
(T-17.IV.2.6:7)
El sacrificio
El sacrificio es un concepto considerado de un gran valor por la mayoría de la sociedad por estar mitificado, ya que se considera altamente beneficioso para el conjunto (p.e. el sacrificio del Hijo de Dios para salvar al mundo o el sacrificio por la Madre Patria, entre otros), así que se suele considerar que es bueno también para las relaciones. El sacrificio sirve a la creencia en una necesidad de orden mayor que hay que solucionar de algún modo a costa de lo que sea, pero nunca se cuestiona esa necesidad ni de dónde surge, y si lo haces entonces tú eres el cuestionado pues te vuelves una amenaza para el Status Quo que quiere seguir siéndolo. Pero ha de entenderse que sin poner nuestra voluntad en determinados deseos no hay especialismo ni necesidades, sin necesidades no hay condiciones, sin condiciones no hay exigencias, sin exigencias no hay sacrificio, sin sacrificio no hay culpa, sin culpa no hay odio ni infelicidad.
Y de ese modo, el sacrificio es, invariablemente, un medio para imponer límites, y, por consiguiente, para odiar.
(T-21.III.10.7)
La relación especial ve normal e incluso necesario que haya que hacer algún tipo de sacrificio para suplir las carencias que parecen crear los deseos y propósito de la relación, pero en la relación santa, al estar basada en la completitud, no existe necesidad de sacrificio, y por lo tanto no se crea culpa, odio o infelicidad por tener que hacerlo.
Ya hemos hablado de ésto. La relación especial está llena de ellas y si no, las va adquiriendo con el tiempo, pues se trata de un intercambio para completarse el uno al otro. Al existir desigualdad siempre hay desequilibrio, desunión y exigencias por ambas partes que tienen que ver como igualarla. Entonces surge la necesidad de hacer lo que es justo, lo cual no deja de ser un criterio personal sobre el que siempre hay desacuerdos, surgiendo las peleas y la infelicidad.
No te olvides de esto: hacer tratos es fijar límites, y no podrás sino odiar a cualquier hermano con el que tengas una relación parcial. Quizá trates de respetar el trato en nombre de lo que es "justo", exigiendo a veces ser tú el que pague, aunque lo más frecuente es que se lo exijas al otro. Al hacer lo que es "justo", pues, tratas de mitigar la culpabilidad que emana del propósito que aceptaste para la relación.
(T-21.III.1.3:5)
La relación santa carece de condiciones que la limiten, son innecesarias, porque cada cual ya es pleno y no se aprecian necesidades ni requisitos. Al existir esa igualdad, hay unión y felicidad.
En el trato con el otro miembro de la relación especial cada miembro se guarda muchas veces algo, algún secreto, porque no existe plena confianza. El ego se identifica con el cuerpo, al cual idolatra. Se cree que mantener secretos es beneficioso pues al sentirse separado considera que es la forma de protección de su individualidad y especialismo.
Ser especial implica una falta de confianza en todo el mundo excepto en ti mismo. Depositas tu fe exclusivamente en ti. Todo lo demás se convierte en tu enemigo: temido y atacado, mortal y peligroso, detestable y merecedor únicamente de ser destruido.
(T-24.IV.1.1:3)
También suele ocurrir que al no existir confianza, la comunicación se convierte más en un problema que en una solución, pues alguna de las partes (o las dos) se mantiene plenamente en guardia queriendo malentender lo que se le dice, escuchando y viendo todo de manera distorsionada y ofensiva, pues está protegiendo su especialismo en el papel de eterna víctima.
Quieres conservar cierta distancia entre vosotros para que os mantenga separados, y percibes ese espacio como el tiempo porque aún crees que eres algo externo a tu hermano. Eso hace que la confianza sea imposible. Y no puedes creer que la confianza podría resolver cualquier problema ahora mismo. Crees, por lo tanto, que es más seguro seguir siendo un poco cauteloso y continuar vigilando lo que percibes como tus intereses separados.
(T-26.VIII.2.1:4)
En la relación santa la comunicación es totalmente abierta y franca porque cada miembro confía plenamente en el otro ya que cada uno sabe de su completitud y de que cada cual es en realidad Uno con el Todo, por lo que no puede convertirse en víctima; luego no pueden ser engañados, traicionados ni perjudicados.
El amor desea ser conocido, y completamente comprendido y compartido. No guarda secretos ni hay nada que desee mantener aparte y oculto. Camina en la luz, sereno y con los ojos abiertos, y acoge todo con una sonrisa en sus labios y con una sinceridad tan pura y tan obvia que no podría interpretarse erróneamente.
(T-20.VI.2.5:7)
La forma
¿Casados o arrejuntados?, ¿con hijos o sin hijos?, ¿con sexo o sin sexo?, etc. son todas preguntas que normalmente se plantean quienes empiezan una relación; la mayoría de las veces condicionados por las creencias subconscientes, y otras no tanto, que se guardan sobre esas cuestiones en concreto. Si se analiza, en el fondo son todas cuestiones de forma cuando lo verdaderamente importante es el contenido de la relación. Así que dependiendo de las creencias, para unos será conveniente casarse pero para otros valdrá el arrejuntarse; y lo mismo es aplicable al resto de parámetros en los que queramos desarrollar nuestra relación. Siempre es el ego quien exige que se cumplan esos requisitos de forma poniendo límites y condiciones para hacer que la relación se ajuste a sus caprichos.
La relación especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. La forma no tiene ningún significado ni jamás lo tendrá. La relación especial debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de la muerte de Dios y se transfiere a Su asesino como prueba de que la forma ha triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado.
(T-16.V.12.2:4)
La relación santa ciertamente no se preocupa de la forma pues el Amor no exige condiciones a ésta y por eso no le pone límites.
El cuerpo
En la relación especial el cuerpo es el protagonista pues la identificación es con él y todo es a través de él. Pero se le considera incompleto pues necesita complementarse con un opuesto; si es masculino con lo femenino, si es femenino con lo masculino, y si es transgénero con cualquier otro porque en el pensamiento egóico persiste el sentimiento de incompletitud, da igual la forma. Así que se le concede mucha importancia a los juegos de seducción, al pavoneo, la comparación, al aspecto y a los arreglos, al culto al cuerpo en general, lo que no está exento de provocar celos, envidias, miedo al engaño con otro, al abandono, miedo a su envejecimiento y deterioro, etc.
No se considera a nadie como un ser completo. Se hace hincapié en el cuerpo, y se le da una importancia especial a ciertas partes de éste, las cuales se usan como baremo de comparación, ya sea para aceptar o para rechazar, y así expresar una forma especial de miedo.
(T-18.I.3.7)
En la relación santa, sin embargo, el cuerpo pasa de ser el protagonista de la relación a ser un instrumento de comunicación. Ya no se le idolatra y por lo mismo, deja de ser motivo de miedo, aunque eso no quita que se le cuide como se cuidaría una buena redacción y caligrafía cuando tratas de escribir y comunicarte. La belleza no se ve ahora solamente en la forma sino en el contenido (el mensaje) que transmite esa forma.
Nota final aclaratoria
Sin duda que hay mucho más cosas de qué hablar en un asunto tan rico y de tanta complejidad como son las relaciones, pero de momento doy por terminado este post que por su amplitud decidí dividirlo en cuatro parte. Si con el tiempo veo necesario ampliarlo, escribiré más sobre ello. No me queda nada más que decir que espero te sea de utilidad aunque, como decía en un párrafo anterior, no basta con comprenderlo intelectualmente. Las relaciones y el significado del Amor se aprende viviendo y experimentando, siempre teniendo el propósito de la verdad como objetivo.
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Imagenes tomadas de Pixabay (por orden):
1. Magnifying - Tumisu
1. Magnifying - Tumisu
2. Game Over - Gerd Altmann
3. Waiting - Jan Vašek
4. Couple - Chulmin park
5. Wedding - Deepak Meena
6. Online-dating - Gerd Altmann
7. Dance - Alexandr Ivanov
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