Lección 313 de Un Curso de Milagros

Que venga a mi ahora una nueva percepción

1. Padre, hay una visión que ve todas las cosas sin mancha alguna de pecado, lo cual indica que el miedo ha desaparecido, y que en su lugar se ha invitado al amor. Y éste vendrá dondequiera que se le invite. Esta visión es Tu regalo. Los ojos de Cristo contemplan un mundo perdonado. Ante Su vista todos los pecados del mundo quedan perdonados, pues Él no ve pecado alguno en nada de lo que contempla. Permite que Su verdadera percepción venga a mí ahora, para poder despertarme del sueño de pecado y ver mi impecabilidad en mi interior, la cual Tú has conservado completamente inmaculada en el altar a Tu santo Hijo, el Ser con Quien quiero identificarme.

2. Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. ¡Qué bellos somos! ¡Cuán santos y amorosos! Hermano, ven y únete a mí hoy. Salvamos al mundo cuando nos unimos. Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros.

* * * 

Reflexión: Si vienes de la lección anterior (y si no, te recomiendo que leas su reflexión), ya te habrás dado cuenta de que ésta es su prolongación. Ésta es una invocación, una declaración de intenciones: "¡venga a mí ahora una nueva percepción!", que es lo mismo que decir "Venga a mi Tu reino" (Quiero ver con Tus ojos, quiero pensar con Tu mente). Elegimos de nuevo, abandonando la visión del ego para elegir ver desde el espíritu. 
Lección tras lección volvemos insistentemente a lo mismo pues la llave de la nueva percepción y de tu nueva manera de ver el mundo inocente es la Visión, la cual hay que anclar firmemente hasta volverla nuestra manera natural de ver. No creas que el curso es demasiado repetitivo. El ego es incansable y va a luchar hasta el fin para tratar de retomar cada milímetro que haya perdido.

* * *