Gustosamente "sacrifico" el miedo
1. He aquí el único "sacrificio" que le pides a Tu Hijo bienamado: que abandone todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que deje que Tu Amor entre a raudales a su conciencia, sanándolo del dolor y otorgándole Tu Propia dicha eterna. Tal es el "sacrificio" que me pides y que yo me impongo gustosamente: el único "costo" que supone reinstaurar en mí Tu recuerdo para la salvación del mundo.
2. Y al saldar la deuda que tenemos con la verdad -una deuda que consiste sencillamente en abandonar los auto-engaños y las imágenes que venerábamos falsamente-, la verdad regresa íntegra y llena de júbilo a nosotros. Ya no nos engañamos. El amor ha regresado a nuestra conciencia. Y ahora estamos en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el amor.
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Reflexión: Fíjate como el título de hoy entrecomilla la palabra sacrificio. ¿Por qué? ¿Cómo puede ser un sacrificio abandonar lo que te vuelve desgraciado? ¿No sería al contrario?. Uno sentiría un gran alivio, una paz y un renacer absolutos, pero hay algo que te atenaza e impide tu liberación: el miedo, pero el miedo que produce el auto-desconocimiento.
El miedo siempre se impone con la ignorancia. Por eso, cuando no se te puede mantener ignorante se te confunde para que no sepas la verdad y no puedas rebelarte contra lo que te oprime. Cuando tampoco se te puede confundir entonces se te amenaza para mantenerte sumiso. Incluso sobre el sentimiento de amenaza también recae un velo de ignorancia porque si supieras quien eres y quien camina a tu lado, no podrías sentir temor alguno. No puedes escapar de un mundo atemorizante si tú mismo no sales de tu auto-engaño.
Vivir en el mundo siguiendo sus pautas es temeroso. Por eso Jesús decía "Vive en el mundo pero no seas de él". O cómo decía también el maestro Osho: "Vive en el mundo, pero no dejes que el mundo viva en ti".
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