Veo todas las cosas como quiero que sean
1. La percepción se deriva de los juicios. Habiendo juzgado, vemos, por lo tanto, lo que queremos contemplar. Pues el único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver. Es imposible pasar por alto lo que queremos ver o no ver lo que hemos decidido contemplar. ¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como aquello que desea ver! No puede dejar de contemplar lo que Cristo quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla.
2. Mi único propósito hoy es contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he
emitido. Padre, esto es lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi objetivo también.
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Reflexión: He repetido en incontables ocasiones a lo largo de los ejercicios que ves lo que quieres ver. Sobre ésto no debe de haber duda ya. Pero, ¿te gusta lo que ves?. Lo que ves es inevitable porque tú mismo lo proyectas. Ahora, si quieres ver otra cosa, sólo tienes que cambiar tu manera de pensar. ¡No tienes que cambiar el mundo!.
La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.
La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él.
(T-21.I.1:7)
Al final, lo que veas dependerá del punto de vista que quieras escoger. El del ego, quien constantemente está realizando juicios, contempla un mundo lleno de escasez, miedo, separación, culpa, conflicto y dolor. El del E.S. contempla un mundo de perdón, unidad, esperanza, paz y amor. Pero tienes que saber que puedes elegir entre esos dos puntos de vista. Ésto te obliga a guardar un constante estado de vigilancia sobre tu mente, observándote a cada segundo.
Eres demasiado tolerante con las divagaciones de tu mente, y condonas pasivamente sus creaciones falsas. El resultado particular no importa; lo que importa es el error fundamental. La corrección es siempre la misma.
(T-2.VI.4.6:8)
¿Cuál es esa corrección de la que habla la frase anterior?. ¡Elige de nuevo!. Hemos dicho que has de mantenerte vigilante, y que en ese estado puedes darte cuenta si lo que ves es lo que quieres ver, si te gusta. Recuerda que quieres ver la verdad, contemplar con la Visión, con los ojos de Cristo, y sentirte en paz. Así que si no te gusta lo que contemplas, sólo tienes que elegir cambiar tu foco interno. Es un ejercicio simple, pero que requiere estar despierto y el uso de la perseverancia en su aplicación.
En cualquier caso, recuerda que o bien por inconsciencia o por tu voluntad expresa, siempre ves las cosas como quieres que sean.
En cualquier caso, recuerda que o bien por inconsciencia o por tu voluntad expresa, siempre ves las cosas como quieres que sean.
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