Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real
1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo. Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.
2. Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. Lo que Tú no has dado es irreal. ¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?
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Reflexión: La lección de hoy habla de la expiación, del proceso de despertar y lo que ello acarrea. Cuando recién descubres el Ser aún sigues dormid@ y aferrad@ a tu ego, pues tras todos tus sueños es imposible que el Ser brille con toda su plenitud y puedas disfrutar de su dicha, la cual irás recibiendo poco a poco con cada regalo o pensamiento de amor. ¿Qué te impide soltar el ego? Al principio de tu proceso, el Ser aún se muestra débil y no parece ofrecerte nada con respecto al ego, quien está muy arraigado con cada creencia que tienes, muchas de ellas subconscientes. No puedes deshacer esas creencias por ti mism@ y necesitas la ayuda del E.S. entregándote a Su guía mientras prácticas el perdón que propone UCdM.
Tú no puedes despertarte a ti mismo. No obstante, puedes permitir que se te despierte.
(T-29.III.3.2:3)
Mientras tanto, alternar entre el Ser y el ego puede experimentarse como un conflicto muy agudo. Habrá muchas ocasiones en que soltar las ilusiones te parecerá más que incómodo, ¡un autentico sacrificio debido al miedo que te engendra!. Eso no significa nada más que existe la necesidad de corrección en tu percepción, pero que estás dispuest@ a que esa corrección se produzca.
El aprendizaje que verdaderamente corrige comienza siempre con el despertar del espíritu y con el rechazo de la fe en la visión física. Esto frecuentemente entraña temor, ya que tienes miedo de lo que tu visión espiritual te mostraría. Anteriormente dije que el Espíritu Santo no puede ver errores, y que sólo puede mirar más allá de ellos hacia la defensa de la Expiación. No cabe duda de que esto puede producir incomodidad, mas la incomodidad no es el resultado final de la percepción. Cuando se le permite al Espíritu Santo contemplar la profanación del altar, Él mira de inmediato también hacia la Expiación. Nada que Él perciba puede producir miedo. Todo lo que resulta de la conciencia espiritual simplemente se canaliza hacia la corrección. La incomodidad se manifiesta únicamente para traer a la conciencia la necesidad de corrección.
(T-2.V.7)
La lección de hoy te pide que te convenzas de que no tienes nada que perder en el acto de expiación, pues a lo que renuncias no es real.
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