lunes, 4 de febrero de 2019

Lección 315 de Un Curso de Milagros

Todos los regalos que mis hermanos hacen me pertenecen

1. En cada momento de cada día se me conceden miles de tesoros. Soy bendecido durante todo el día con regalos cuyo valor excede con mucho el de cualquier cosa que yo pudiera concebir. Un hermano le sonríe a otro, y mi corazón se regocija. Alguien expresa su gratitud o su compasión, y mi mente recibe ese regalo y lo acepta como propio. Y todo el que encuentra el camino a Dios se convierte en mi salvador, me señala el camino y me asegura que lo que él ha aprendido sin duda me pertenece a mí también.
2. Gracias, Padre, por los muchos regalos que me llegan hoy y todos los días, procedentes de cada Hijo de Dios. Los regalos que mis hermanos me pueden hacer son ilimitados. Ahora les mostraré mi agradecimiento, de manera que mí gratitud hacia ellos pueda conducirme a mi Creador y a Su recuerdo.
* * * 
Reflexión: ¿Cuáles son los regalos de los que habla la lección de hoy?. De aquí al final encontraremos que se hacen muchas alusiones a ellos, y el mismo curso dedica el capítulo 7 del texto a "Los regalos del Reino", así que conviene aclarar a qué se refieren. 

De primeras, lo que se viene a la cabeza es que un regalo es un objeto. ¡El ego asocia todo a la forma y él mismo no puede subsistir sin ella en mente!, por eso se aligera a interpretar el regalo como algo tangible. Pero aquí no hablamos de objetos ni de la forma organoléptica que adoptan, pues como el cuerpo, un regalo material es neutro en sí mismo, pudiéndolo usar con muchos fines y de muchas maneras. 

La lección de hoy da a entender que hablamos de regalos intangibles cuando dice: "Un hermano le sonríe a otro, y mi corazón se regocija. Alguien expresa su gratitud o su compasión, y mi mente recibe ese regalo...". Hablamos del resultado de una interacción de vida, de un actuar compartiendo una vivencia. Es la consecuencia anímica de dar y recibir. ¿Recuerdas la parábola de los talentos? (Mt 25:14-30). Pues los regalos no son tanto las habilidades para hacer y multiplicar cosas creando riqueza material, sino la capacidad de hacerlas de tal modo que elevas el espíritu propio y el de otras personas. Todos tenemos talentos pero no son más importantes que la predisposición para expresarlos desde lo más hondo de nuestro Ser; pero con frecuencia los ocultamos egoístamente, o los expresamos de mala manera porque vivimos con miedo y culpa, y entonces los regalos se malogran.

Ciertamente, los regalos pueden adoptar dos naturalezas diferentes dependiendo de si proceden de la mente recta o de la mente errada: los que proceden de la primera aportan dicha y paz, las cuales ayudan a incrementar el Reino porque además nos unen unos a otros como un todo, una unidad. La segunda naturaleza es totalmente desgraciada, provocando malestar, descontento, tristeza, ira, envidia, separación entre las personas, lo que alarga la sombra de la oscuridad en el mundo. Los regalos del ego no serían tales si no fueran aceptados por el mismo ego de la gente, pero alguien nos insulta y nos apresuramos a devolver la ofensa; nos miran mal y hacemos lo mismo. 

Se te ofrecen dos regalos. Cada uno de ellos es un todo en sí mismo y no puede ser aceptado parcialmente. Cada uno de ellos es un cuadro de todo lo que puedes tener, aunque desde una perspectiva muy diferente. No puedes comparar su valor comparando el cuadro de uno con el marco del otro. Debes comparar únicamente los cuadros, pues, de otro modo, la comparación no tendría ningún sentido. Recuerda que el cuadro es lo que constituye el regalo. Y Sólo sobre esa base eres realmente libre de elegir. Contempla los cuadros. Contempla los dos. Uno es un cuadro diminuto, difícil de ver bajo las pesadas sombras de su enorme y desproporcionado marco. El otro tiene un marco liviano, está colgado en plena luz y es algo maravilloso de contemplar debido a lo que es.
(T-17.IV.12)

El párrafo anterior nos habla de la naturaleza de los regalos equiparándolos con un cuadro. Los regalos del ego hacen énfasis en el envoltorio o "marco", el cual es muy grande en relación al tamaño del cuadro, lo que quiere decir que hacen énfasis en la forma que adoptan al momento de ofrecerlos, en su apariencia, en el querer hacerlos notar porque persiguen un fin y queremos respuestas. Son regalos motivados en la mezquindad y los intereses que rigen en el mundo.

Toda defensa opera dando regalos, y los regalos son siempre una miniatura -montada en marco de oro- del sistema de pensamiento que la defensa protege. Se trata de un marco muy elaborado, repleto de gemas, y profusamente tallado y pulido. Su propósito es ser valioso en sí mismo, y desviar tu atención de lo que encierra. Mas no puedes tener el marco sin el cuadro. Las defensas operan para hacerte creer que sí puedes.
(T-17.IV.7.4:8)

Los regalos del Reino, sin embargo, presentan un marco pequeño y simple en relación al mismo cuadro, lo que quiere decir que se llevan a cabo sin perseguir ningún objetivo, sin esperar retribución alguna, pues son actos movidos por el corazón. Son en sí mismos una entrega generosa del propio Ser, de tu divinidad.

Dios no limita en modo alguno Sus regalos. Tú constituyes Sus regalos, por consiguiente, tus regalos son necesariamente como los Suyos. Los regalos que le haces al Reino no pueden sino ser como los regalos que Él te hace a ti. 
(T-7.I.4.6:8)

Yo le di al Reino únicamente amor porque creí que eso era lo que yo era. Lo que tú crees ser determina los regalos que haces, y si Dios te creó extendiéndose a Sí Mismo hasta dar lugar a lo que eres, sólo puedes extenderte a ti mismo tal como Él lo hizo. Sólo la dicha aumenta eternamente, pues la dicha y la eternidad son inseparables. Dios se extiende hacia afuera, más allá de todo límite y más allá del tiempo, y tú que eres co-creador con Él, extiendes Su Reino eternamente y más allá de todo límite. La eternidad es el sello indeleble de la creación. Los eternos son felices y viven en paz eternamente.
(T-7.I.5)

La lección de hoy te dice que aceptes los regalos de tu hermano. No dice que aceptes los "buenos" regalos y que rechaces los "malos" diferenciando entre unos y otros, sino que los mete a todos en un mismo paquete. Por supuesto que puedes escoger lo que aceptas de la vida pues gozas del poder de elección. Hay una leyenda referente a Buda que cuenta que un hombre quiso ponerlo a prueba escupiéndole a la cara. Ahí los discípulos quisieron echarse encima para darle su merecido, pero Buda los detuvo. Entonces, se dirigió al hombre con el ánimo impasible y saludándolo con una reverencia le vino a decir:

- Gracias por lo que has hecho porque me ha servido para darme cuenta de que he superado la ira. No sólo eso sino que he descubierto que mis discípulos aún no están preparados.

Buda usó un regalo del ego para transformarlo e incrementar el Reino. No todos estamos capacitados para hacer lo que hizo Buda. Pero si no te sientes capaz de actuar como él ante un mal regalo, puedes al menos tratar de no reaccionar de mala manera retirándote. Eso, de por sí, ya es una gran respuesta porque estás parándole los pies al ego. De esa manera quizás no puedas extender el Reino por una vez, pero ayudas a que la pesadumbre del mundo pierda fuerza.

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